Parece mentira que en el siglo que estamos nos obliguen a ser educadas en el miedo

Hoy simplemente quiero hacer una reflexión

Me gustaría hacer un repaso mental desde que soy niña

No sé si las mujeres que me leéis estáis de acuerdo conmigo o os sentís identificadas.

¿Alguna vez habéis sido conscientes de todos los mecanismos de alerta que se activan cuando paseamos, salimos a tomar algo solas o con amigas, en días oscuros, en parques solitarios…? En definitiva cuando podemos ser más vulnerables.

Yo sí. Es increíble si lo analizas.

Vivimos sin darnos cuenta en una alerta continua. Vivimos precavidas por lo que nos puedan hacer, asustadas, temerosas.

Pero lo más fuerte de todo lo verás si lo pones  en común con algún hombre. Con nuestros hombres, padres, hermanos, novios, amigos, hijos… Esos hombres que nos quieren y nos respetan como mujeres.

¿Qué mecanismo se le activan a ellos en las mismas situaciones? Ninguno similar a los nuestros.

Un día lo hablé con mi pareja, José Luis, yo le expuse cuales eran mis preocupaciones y literalmente cómo estamos preparadas para valorar las amenazas que nos rodean y tomar decisiones rápidas y eficaces que salven nuestra integridad.

Correr, correr para salvarnos y huir de esos peligros que nos acechan en un simple paseo.

En primer lugar se quedó totalmente alucinado, él no había sido consciente de eso nunca, quizás nadie se lo había verbalizado y entonces es difícil conocer que se siente cuando se esta en nuestra piel.

Él también me habló de sus miedo o inquietudes en las mismas situaciones, que nada tenían que ver con las nuestras. Evidentemente ellos también tienen sus miedos.

Al exponer los dos el comportamiento de cada uno en estos momento fue cuando realmente nos dimos cuenta de la gravedad del asunto. ¿Qué estaba pasando?

Lo que estaba claro es que como MUJERES no nos sentíamos seguras en muchísimas situaciones por el simple hecho de ser eso, MUJERES.

Pero la gravedad del asunto es que, no es que no nos sintamos inseguras por gusto ni por miedos infundados, nos sentimos inseguras por hechos, hechos que les suceden a nuestras “hermanas,” todas aquellas que portamos los cromosomas XX y que nos obligan a tener un mecanismo de defensa real, prevenidas de lo que nos pueda pasar, para evitar ser victimas como muchas lo han sido. Es terrible y escalofriante.

Os hago un análisis totalmente sincero de lo que me pasa y pienso en alguna de estas situaciones en las que me siento vulnerable y vosotros valoráis y decidís.

Antes de nada quiero poneros en situación.

Yo me considero y soy una mujer valiente, atrevida, libre, nada miedosa… Por lo tanto quiero que quede claro que esto que siento no viene ligado a mi naturaleza, ni a mi personalidad y ni mucho menos a mi carácter.

SALIR A DAR UN PASEO AL PARQUE CON LOLA (mi perrita)

La tarde es muy agradable, no hace ni frio ni calor. Lola y yo nos disponemos a salir de casa para dar un paseíto agradable por el parque que está al lado.

Es una pasada simplemente andar. Andar con el sonido de los pájaros y disfrutar de un paseo por una zona verde, llena de arboles y senderos.

Si me hago un autoanálisis me doy cuenta de que en ese mismo instante, nada más salir de casa, ya he hecho un reconocimiento del parque. Sé quien está tras de mi, a los lado y por delante.

Valoro la situación y el PELIGRO, es muy fuerte, “El Peligro”, pero esa es la realidad. Todo esto sin apenas darme cuenta de todo lo que estoy valorando mientras miro el móvil “supuestamente” distraída dando un paseo “relajada”. ¿Relajada, con todo lo que esta pasando por mi mente casi inconscientemente? Soy consciente porque he decidido hacer ese ejercicio de reconocimiento de uno mismo, pero si no, sería como cualquier día, haría todo esto, pero sin darle importancia, lo haría sin más. 

Me acerco a una zona boscosa donde a Lola le encanta ir, veo a un hombre observándome, él simplemente observa sin ninguna actividad en concreto, no lo juzgo, simplemente sé que esta ahí. Sigo acercándome a la zona donde tenia previsto ir sin perder de vista al hombre. Paseamos y estamos un ratito jugando por allí. Nos disponemos a volver a casa, la noche empieza a hacer su aparición, pero hace una temperatura tan rica… que me quedaba ahí un buen rato más a contemplar las estrellas. Pero salta mi alerta de: “Se esta haciendo de noche, hay que volver”.

El parque tiene una iluminación bonita, muy tenue, las farolas de luz amarillenta se encienden y es preciosa la estampa. Pero la oscuridad es la protagonista. El parque se vuelve la boca de un lobo.

Nosotras seguimos caminando de vuelta a casa, tranquilas, disfrutonas, felices, “despreocupadas”… Únicamente estamos nosotras paseando.

Tomamos un nuevo sendero escoltado por unos pinos altos, el parque se extiende siendo mi vista incapaz de abarcarlo y ver sus limites. Me parece escuchar un ruido, efectivamente son unos pasos, me giro y a mi espalda camina alguien, viene tras de mi, apenas quince metros nos separan, me cuesta diferenciar sus rasgos y su cara, está muy oscuro. Me preocupo.

Su paso es similar al mío, avanzamos al mismo tiempo.

Decido retrasarme, fingiendo hacer algo con Lola sin perderlo de vista para que me adelante. Mi intento falla. Él se detiene también. Parece que simula atarse la zapatilla. No entiendo nada. El corazón empieza a latir con fuerza.

Retomo mi paso con naturalidad y aparente seguridad. El continúa su paso al mismo ritmo que yo.

Decido optar por acelerar mi caminar para intentar tomar distancia y llegar cuanto antes a la zona abierta que linda con las casas.Para mi sorpresa el no solo acelera el paso, inicia una carrera hacia mi.

Empiezo a sentir el miedo como una cascada fuerte y pesada sobre mis hombros.

Cuando mi cuerpo es capaz de reaccionar, cojo a Lola en brazos, mis músculos se contraen preparados para iniciar un sprint, parece como si yo fuera a cámara lenta y el a rápida. El parece más ágil, más fuerte y más veloz. Si no corro ya, llegará hasta mi en segundos. Tengo poco tiempo para reaccionar y no tengo una salida fácil si la necesitara.

Cuando me dispongo a dar el primer paso para correr, él no solo ha llegado ya a donde yo estoy, también ha pasado de largo. ¡Ha pasado de largo!

Le sigo con la vista hasta que llega a un grupo de amigos y amigas. Se saludan, charlan…

Evidentemente no estaba en peligro, pero así me sentí. VULNERABLE, SOLA, DESPROTEGIDA…

¿Qué malo tiene pasear por un parque? ¿Por qué no podemos hacerlo tranquilas?

Esta misma historia le ha pasado a muchas chicas, a muchas mujeres. La gran putada de todo esto es que muchas de ellas no pudieron llegar a casa sanas y salvas y simplemente con un pequeño susto en el cuerpo. Lo más terrible de todo es que algunas no llegaron a casa… Nunca llegan. Se acabó su sendero y su camino.

Esto me indigna de una manera devastadora.

¿Qué pasa? ¿Por qué nos desprotegéis?

¿Por qué no nos creéis?

¿Por qué ponéis en duda nuestra palabra?

¿No hay bastantes pruebas de que NO mentimos, de que somos victimas?

¿Cuántas más tienen que morir?

¿A cuantas más tienen que violar o pegar?

¿Cuántas más?

NO es NO

Ni mucho menos es que seamos más frágiles o no seamos válidas ni fuertes para VIVIR.

Es que no nos dejáis hacerlo. Nos acosáis, violáis, matáis sin piedad. Cuando lo único que deseamos es vivir y ser dueñas de nosotras mismas, decidir por nosotras mismas.

¿Por qué tienen que decidir por nosotras?

YA BASTA.

Aquí os relato un hecho anecdótico, pero supongo que aquellas que me leéis tenéis muchos más que contar y no tan anecdóticos.

Yo también podría contar hechos que me han pasado a lo largo de mi vida en los cuales yo no decidí, en los cuales tuve que correr y correr de verdad.

Sé y esto me reconforta, nos reconforta a todas, que la mayoría de hombres nos quieren, nos respetan, nos admiran, nos aman, luchan por nuestros derechos., nos cuidan (aunque sabemos hacerlo solas siempre y cuando no hayas monstruos que devoren leonas).

GRACIAS A TODOS LOS QUE NOS CREÉIS Y ESTÁIS EN NUESTRA MISMA LUCHA.

A todas nosotras nos digo:

NO NOS ASUSTA CORRER, LO SEGUIREMOS HACIENDO SIEMPRE Y CUANDO NOS SALVE, PERO TAMPOCO NOS ASUSTA LUCHAR EN IGUALDAD DE CONDICIONES. Una cosa es segura, no nos vamos a esconder.

Os espero es próximo Domingo aquí, en nuestra “escondite” que grita al mundo.

Cristina Alarcón