Calahonda…

Atardece en Calahonda

Aquí fui concebida, al menos eso siempre me ha contado mi padre.

Desde que mi madre era tan solo una niña, ya veraneaba aquí.

La tradición continuó hasta día de hoy.

Calahonda es una de las playas más bonitas en las que he estado y además tengo la suerte de veranear en ella desde que nací.

Un pequeño pueblo pesquero, constituido allá por el XIX en torno a su puerto, capaz de robar el corazón a cuantos lo visitan.

La playa de Calahonda está situada en el municipio español de Motril, en la provincia de Granada, comunidad autónoma de Andalucía. Posee una longitud de alrededor de 1200 metros y un ancho promedio de 40 metros.

Cuenta con el galardón de BANDERA AZUL.

La Bandera Azul es un galardón que otorga anualmente desde 1987 la Fundación Europea de Educación Ambiental a las playas y puertos que cumplen una serie de condiciones ambientales y servicios.

La condición de Bandera Azul es concedida a las playas en más de veinte países de Europa, cuatro de Oriente Próximo, uno de Asia Oriental, tres de África, ocho de América y uno de Oceanía. Para la concesión del distintivo Bandera Azul se exige el cumplimiento de normas sobre la calidad del agua, la seguridad, la prestación de servicios generales y la ordenación del medio ambiente.

Algo que caracteriza a esta playa y que para mi la hace ser tan especial y única es precisamente la calidad de su agua. Un agua totalmente cristalina. Puedes tranquilamente disfrutar de un baño a la vez que sin necesidad de coger la mascara de buceo, tan solo mirando hacia tus pies, puedes ver los peces o el fondo marino. Una maravilla.

Alejandra

Es cierto que para los amantas de las playas de arena fina no es el lugar ideal.

Esta playa se compone de “chinos”, pequeñas piedras. Yo siempre la defiendo diciendo que… Las piedras son buenísimas para la circulación, nunca te sentirás una croqueta rebozada (que siempre es desagradable), disfrutas de un agua cristalina que nunca se enturbia, no hay nada como sacudir una toalla de “chinos”… En fin, una serie de ventajas.

He de decir que adoro también las playas de arena fina. Cada uno defiende lo suyo.

Su nombre, CALAHONDA, dice muchísimo de ella. Es una playa para expertos nadadores. Como su nombre indica CALA HONDA, es una cala, muy profunda, no tienes más que dar un paso cuando te dispones a bañarte para dejar de hacer pie. Esto para mi es un gusto. No me gustan mucho las playas en las cuales tengo que andar 100m hasta poder sumergirme.

En Calahonda es algo habitual “los días de olas”. Cuando esto sucede porque la marea está un poco revuelta, es el mejor entretenimiento para los jóvenes y no tan jóvenes. Eso sí, debes de conocer muy bien como funcionan en esta playa las corrientes y mareas, en cada lugar son diferentes y puede ser peligroso. La resaca de este oleaje es bastante fuerte y te lleva hacia la zona profunda sin dejarte volver a la orilla. Hay que respetar las banderas rojas que prohíben el baño por nuestra propia seguridad.

Mi guía

Por estos y muchos más motivos Calahonda es un lugar muy especial para mi, diría que de los más importantes a lo largo de mi vida.

Desde que tengo uso de razón recuerdo ansiar terminar el curso escolar para trasladar nuestra residencia durante dos meses a la playa. ¡LA PLAYA! y qué playa…

Mi madre se quedaba con mis hermanas y conmigo los meses de verano disfrutando del mar y mi padre bajaba cada fin de semana para estar con nosotras ya que su trabajo le impedía tomar vacaciones. He de decir que antiguamente la carretera que comunicaba Granada con la costa no es la que hay hoy día, esta te permite desplazarte del centro de la ciudad a la playa en tan solo 30′.

Antiguamente la carretera era una odisea. Recuerdo iniciar el viaje toda la familia en nuestro “Opel Omega” como si nos dirigiéramos a otro planeta. La carretera además era bastante encrespada y con zonas de muchas curvas. Había una zona llamada “Los Caracolillos de Vélez” donde seguro alguna vomitábamos.

Los Caracolillos de Vélez

Durante el viaje lo pasábamos muy bien. Mis hermanas mayores que yo, solían cantar una canción durante el camino para entretenerme. ¿Conocéis esa canción de “la hormiguita”?… 

Decía así:

Tengo una hormiguita en la patita, uhhh

que me está haciendo cosquillitas, uhhh

y no lo puedo resistir.

Con la A

Tanga ana harmagata an la patata, ahhh

ca ma asta hazaanda cascallatas, ahhh

a na la paada rasastar.

Con la E…

Así con todas las vocales.

Ahora que lo pienso, pobrecitas mis hermanas ¿no?. Lo que tenían que aguantar.

Beneficios de ser la pequeña.

Yo fotografiada por mi padre

Durante el viaje mi padre siempre hacía una parada ineludible. Sobre todo para mi hermana Helena.

La parada reglamentaria en un bar que había en la carretera antigua del “Azud de Vélez”, cerca de Vélez de Benaudalla. Parábamos para comernos un bocadillo de jamón. No un bocadillo cualquiera. Realmente estaba buenísimo y venía muy bien para reponer fuerzas y continuar el camino bastante más satisfechos. El “bocadillo de jamón” se convirtió en una de nuestras tradiciones familiares. Una rica tradición.

Una vez llegábamos, aparcábamos el coche y nos golpeaba la humedad de nuestra costa tropical.

Ningún golpe siente bien, más que éste. La calidez, el olor, el sonido del mar… crean una atmósfera de confort y paz.

El mar tiene el poder de transmitir una energía tan potente y bonita capaz de quitarte todas las presiones del día a día.

Aquí empezaban nuestras vacaciones. Unas vacaciones rodeada de las personas más importantes en mi vida. Mi familia.

Día resplandeciente

Este año después de cambios en mi vida he vuelto a ir a Calahonda. Únicamente he estado 5 días. Han sido unos días muy bonitos y rodeada de mis sobrinos y sobrinas a los cuales adoro, me han faltado 2 de ellas para que sea perfecto, Cayetana y Manuela.

No hay camino para la paz, la paz es el camino.

-Mahatma Gandhi

He llegado buscando algo, buscando a alguien, esperando algo, paz, sosiego, pero he de confesar que no lo he sentido. Algo ha cambiado, algo se ha modificado. Hay un vacío difícil de eludir.

Falta él. Me faltas tú.

Nada es igual y es difícil aceptar la nueva realidad. Buscas en los lugares donde aún no habías estado sin él, pero cuando te das cuenta de que falta, es duro y la imagen idílica de ese lugar deja de ser idílica.

Tengo que cambiar mi mirada y aprender a mirar de otra manera.

Lo cierto es que he podido disfrutar de unos días junto a mis niños, junto a mi madre maravillosa y valiente y junto a mis hermanas.

Me quedo con eso, me quedo con mis recuerdos y me quedo con el calor y el abrazo de “mi playa”.

Mi Calahonda.

Una curiosidad…

Mi padre quería que me pusiera de nombre artístico “Calahonda”. Él decía que calo hondo y además fui concebida en este maravilloso lugar.

¿No es para comérselo? Amor de padre y amor de hija.

Siempre en mi y yo en ti. 

Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso… yo no sé
qué te diera por un beso.

-Gustavo Adolfo Bécquer

No dudéis en visitar este estupendo lugar, realmente merece la pena.

Os espero el próximo domingo con más secretos.

Realmente quiero daros las gracias a todos los que me leéis y estáis al otro lado. Para mi, estáis muy cerca, sois capaces de conseguir que exprese cosas que de otra manera me cuesta. Me hace sentir cierto alivio al poder expresarlo de alguna manera. Así que gracias totalmente sinceras.

Os mando millones de besos a cada uno de vosotros directos desde mi corazón.

Cristina Alarcón

Álbum de recuerdos

                         Fotógrafo: Francisco García Zarzo

Yo en Calahonda con mi flotador favorito

Vistas desde mi balcón

Peinada por Yolanda García Alarcón

Atardecer

Álbun de estos días

                                                               Fotografías mías

 

Alba

Hele y Alejandro
Hele y Alex
Alejandro
Alejandra
Alba