No riegues la lavanda así: este es el método correcto que pocos conocen

La lavanda es una de las plantas más apreciadas en jardinería y aromaterapia por su fragancia relajante, su capacidad de atraer abejas y su resistencia al clima seco. Sin embargo, a pesar de ser considerada una planta fácil de cuidar, muchas personas cometen un error fundamental al momento de regarla. Un simple fallo en el riego puede provocar que la lavanda deje de crecer, pierda su color y, en el peor de los casos, muera por completo. En este artículo te explicamos por qué la forma en que riegas tu lavanda es crucial para su salud y cuál es el método correcto que los expertos utilizan y pocos conocen.

El error más común al regar la lavanda

Una gran mayoría de personas trata la lavanda como cualquier otra planta de jardín o de balcón, aplicando riegos frecuentes e incluso diarios. Este es uno de los errores más graves que puedes cometer. La lavanda es una planta originaria del Mediterráneo, adaptada a condiciones secas y suelos pobres. Su sistema de raíces está diseñado para soportar la sequía, no para vivir en suelos constantemente húmedos.

Regar en exceso no solo impide el crecimiento natural de la lavanda, sino que también favorece la aparición de hongos en las raíces. Las raíces se asfixian, se pudren y dejan de absorber los nutrientes que la planta necesita. El resultado es una lavanda apagada, con hojas marrones, tallos débiles y sin aroma. Si notas que tu planta parece marchita a pesar del agua, es muy probable que estés regando demasiado.

¿Cuándo y cómo debes regar la lavanda?

El secreto está en imitar las condiciones naturales en las que esta planta prospera. La regla de oro es: menos es más. La lavanda no necesita riego constante, sino solo cuando el suelo esté completamente seco. Un truco infalible es introducir un dedo en la tierra: si sientes humedad, no riegues; si está completamente seca, es momento de añadir agua.

Además del “cuándo”, es clave saber “cómo”. El riego debe hacerse directamente en la base de la planta, evitando mojar las hojas y las flores, ya que el agua estancada en la superficie favorece los hongos. Utiliza una regadera con boquilla fina para controlar mejor la cantidad de agua y dirige el chorro justo al cuello de la planta.

Frecuencia de riego según la temporada

La cantidad de riego también varía según la estación del año. En verano, cuando el calor es más intenso, bastará con regar cada 7 a 10 días, dependiendo del tipo de suelo. En invierno, si la planta está al aire libre y en clima templado, muchas veces no necesitará riego durante semanas.

En interiores o en maceta, hay que tener aún más cuidado. Las macetas retienen más humedad, por lo que es crucial contar con un buen drenaje y verificar siempre que el sustrato esté seco antes de regar nuevamente. De lo contrario, corres el riesgo de provocar encharcamientos invisibles que dañan las raíces.

Tipo de agua y otros consejos útiles

Otro detalle que pocos consideran es el tipo de agua. La lavanda prefiere aguas blandas, con bajo contenido de cal. Si vives en una zona con agua muy dura, puedes optar por dejarla reposar 24 horas antes de usarla o incluso utilizar agua de lluvia, que es más ligera y natural.

También es recomendable regar en las primeras horas del día, cuando la temperatura es más baja y el agua puede absorberse lentamente sin evaporarse de inmediato. Evita regar durante las horas de más sol o por la noche, cuando la humedad puede quedarse demasiado tiempo en el sustrato.

¿Qué pasa si ya has regado demasiado?

Si sospechas que has regado en exceso, no todo está perdido. Deja de regar de inmediato y revisa el drenaje de la maceta o del terreno. Si el sustrato está compacto y retiene agua, considera trasplantar la lavanda a un suelo más ligero y aireado. También puedes añadir perlita o arena gruesa para mejorar la circulación del agua.

Si hay raíces podridas, lo notarás por el olor desagradable o por la textura blanda y oscura. En ese caso, recorta las partes afectadas y deja que la planta se recupere en un ambiente más seco.

Conclusión

La lavanda es una planta resistente, pero necesita el riego justo y en el momento adecuado para desarrollarse plenamente. Regarla como una planta tropical puede ser su sentencia de muerte. Con solo cambiar la frecuencia y la técnica de riego, tu lavanda florecerá con fuerza y belleza durante todo el año.

¿Ya sabías este truco? ¿Cuántas veces por semana riegas tu lavanda? Cuéntanos tu experiencia y comparte este artículo con quienes también cultivan esta maravillosa planta.

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